¿Y si esa idea es el comienzo de algo grande?
¿Y si nos tomamos un momento? De esos momentos que no están en la agenda, ni se anuncian con bombos. Un respiro. Un paréntesis. Uno de esos que, si lo escuchamos bien, nos puede cambiar el día. Porque entre todo el ruido, hay una voz —esa que conocemos, la que aparece en la ducha, en una caminata, en la noche larga o en medio del caos— que nos susurra una idea. A veces tímida, a veces con todo el volumen. Y ahí está: una imagen, una escena, un proyecto, una intuición que se enciende y nos hace decir “¡esto puede ser buenísimo!”.
Mariano Coria
6/25/20252 min read
Un día, mientras caminaba sin rumbo fijo en San Marcos Sierras, Córdoba, me detuve. Respiré hondo. Por primera vez en mucho tiempo, sentí el aire entrar, quedarse un momento, y luego salir.
Y fue en ese instante cuando comencé a hacerme preguntas.
¿Alguna vez te pasó?
Es esa chispa que aparece como por arte de magia… pero que si no la agarramos rápido, si no la anotamos, si no la bajamos a tierra, se nos escapa. Porque la vida no espera: las obligaciones, los mandatos, los mensajes, el mundo que corre y corre. Y de pronto, esa gran idea que nos hizo vibrar, se diluye. Queda flotando en la famosa “nube”, y no en la digital, sino en la de nuestros pensamientos que van y vienen.
Y entonces, nos pasa eso de querer hacer algo y no saber por dónde empezar. O peor: ni siquiera tener claro qué queremos hacer. Y ahí, la cabeza se pone inquieta.

Lo podes escuchar acá abajo activando el volúmen.
O lo podes leer a continuación.
La pregunta que nos atraviesa es simple pero poderosa:
¿Cómo pasamos de la idea a la acción?
Porque sí, tener ideas es hermoso. Pero llevarlas a cabo… ese es otro cuento. Y ahí empieza el verdadero viaje. ¿Qué nos frena? ¿Es el miedo al error, al qué dirán, al no estar listos? ¿Nos falta tiempo? ¿Energía? ¿Herramientas? ¿O nos falta simplemente animarnos, plantarnos y decir: es ahora?
A veces nos pasa que lo único que necesitamos no es un tutorial o un plan detallado, sino parar la pelota y hacernos preguntas reales.
¿Qué quiero de verdad? ¿Qué me está pidiendo el cuerpo? ¿Qué parte de mí necesita expresarse?
Y no hablo solo de lo productivo. Hablo de lo vital.
Mirarse, escucharse, ser honestos con eso que nos habita. No necesariamente tenemos que entender todo lo que nos pasa, si, ser sinceros con los que nos pasa.
Porque si no lo hacemos, seguimos pateando para más adelante eso que nos enciende. Y la vida se nos llena de pendientes, de proyectos que quedaron en borrador.
Entonces, si algo de esto te resuena —aunque sea un poquito— te invito a volver a la raíz.
No a la respuesta rápida, sino a la pregunta verdadera.
A ese lugar donde el entusiasmo no se queda en deseo, sino que empieza a tener forma, peso, cuerpo.
Donde lo que imaginamos empieza a convertirse en Materia.
Ese es el desafío. Y también, el regalo.-
💭 ¿Qué te despertó este episodio? Me encantaría leerte.
Dejá tu mensaje, tu sensación, tu pregunta… lo que haya quedado latiendo después de escucharlo.